
“He llegado para quedarme”, le susurró al oído.
No tengo noción del tiempo, no la necesito.
Es mío y lo gastaré como me plazca.
Emplearé un siglo en un proyecto motivador.
Ahorraré 20 nanosegundos marchándome cuando esté finito.
Quemaré mis naves, cartuchos y plomos.
Soñaré cuando todos los sueños hayan cerrado por obras de desmantelamiento,
y me mantendré erguida con la vista en la línea dorada del mar que dibuja un atardecer compartido.
Hasta mañana, que nos aguarda la emoción de lo desconocido. O hasta pronto, que todavía nos espera la noche.
-Lola Tinés-